La pos verdad es una pre
mentira.
Acostumbrados estamos a oír por
TV y por todos lados que ya vivimos en los dominios de la pos verdad. Que ya la
Verdad feneció como antes feneció la Pintura. Todo fenece, tanto la práctica de
la Belleza como la práctica de la Verdad. Hoy todo lo bello debe ser señalado
como tal por un curador, para ser apreciado. Hasta el adjetivo bello es puesto
en duda al discriminar lo feo. Sean verdades o mentiras o sean bellas o feos,
son prácticas que remiten a mundos binarios, realidades bipolares, antagónicas.
La pos verdad, en cambio, es
simpática porque es variada y al no ser unívoca, casi sustituye con su natural
multiplicidad a la propia mentira. No hay mentira al no haber verdad. Toda la
realidad se diluye en una inmensa cantidad de medios tonos que tienen en ellos,
se supone, algo de verdad con algo de mentira y de ese guiso estabilizado en
sus contradicciones, nace la pos verdad.
La pos verdad ocupa el lugar
de la mentira. O mejor dicho los infinitos lugares que ocupaba la mentira.
Porque antes de morir, la Verdad única, podía generar muchas mentiras que la
negaban de distintas y variadas formas. Una certeza ilumina millares de errores
como una buena obra de arte pone en evidencia la mala praxis en otras. El mundo
binario entre la Verdad y la Mentira es aparente porque si la Verdad es un punto,
la mentira es un plano al que le falta un punto.
La pos verdad está en
movimiento mientras la Verdad estaba fija hasta morir hace poco. Estaba fija y
no había mentira que la moviera. Ahora la pos verdad patina suavemente, se
desliza, hacia los costados, para atrás, o adelante, para donde quiera. Todo
fluye, al todo nada lo fija, la Verdad y sus sobrinos, los Valores, se murieron
hace poco por TV. Nada fija entonces la práctica del vivir ni a una ética ni a
una estética.
Pero en su movimiento cremoso
y delicado la pos verdad tiene sus inconvenientes discursivos porque lo que
ahora es pos verdad antes era una pre mentira porque nada lo señalaba como
cierto. Y la pos verdad en su deriva va además dejando una estela como el
caracol, que son pos verdades fenecidas y derivadas en recuerdos falsos. La
memoria puede atesorar tanto verdades, pos verdades, mentiras o pre mentiras,
pero por efecto de la acumulación en algún momento hay que olvidar y en ése
momento aparecerá otra vez el dilema: verdadero o falso, con qué nos quedamos.
Es evidente que los medios de
comunicación, la digitalización, Internet, las redes sociales y otras prácticas
modernas, están en la base de éste concepto de la pos verdad, el problema es
que lo falso en la naturaleza no funciona, no es funcional a la deriva de la
materia en el Tiempo. Puede funcionar en un mundo paralelo y creado por el
hombre que reproduzca electrónicamente el Alma, la cual murió mucho antes que
la Verdad y la Belleza. Pero en la naturaleza la pos verdad hace desastres.
En el Arte lo verdadero y lo
falso son como hermanos siameses y pongo por ejemplo a una vulgar pintura
representando un jarrón con flores. Es una imitación basada en engaños visuales
que transforman lo plano en profundo y poblado de flores. Una mentira en suma.
Pero seguro que si nos piden que pensemos en un jarrón con flores, el primero
será una pintura. La buena pintura es más verdadera que aquello que representa.
Una mentira que resulta verdad. La música, la danza, la escultura, la poesía y
demás artes son lugares donde se atesoran soluciones a problemas aún no
comprendidos como tales.
La pos verdad es una pre
mentira porque una pre mentira necesita una Verdad para existir en potencia y
llegar a ser mentira. Al no existir ya más la Verdad y la pos verdad ser
variable se funde con la pre mentira que también lo es, por tener ambas en
potencia el ser cualquier cosa menos la Verdad.
Alfredo Benavidez Bedoya.