Como vemos y a menos que alguien me demuestre lo contrario, el gran Maestro flamenco dibuja a un Maestro de escuela
que levanta su toga para que un alumno penetre entre sus piernas con fines inconfesables, el Maestro parece guiarlo
con las manos hacia su sabroso destino. El Maestro lleva a modo de pluma en el sombrero un haz de ramas
como vara disciplinaria o para tallarlas y usarlas para escribir, como se ve en el tintero que está en el respaldo de la Cátedra,
donde una de ellas está inmersa en la tinta. El historiador Rainer Hagen nos indica que, probablemente Brueguel
haya querido ilustrar el refrán flamenco que dice: “No por ir a la escuela se convierte el asno en caballo”.
Refrán que podría ser indicado como origen de la acepción de Asno para quién no aprende la lección.
También agrega que en la época los habitantes de los Países Bajos estaban eufóricos con la enseñanza y
manifestaban una obediencia bovina ante el saber. Es por eso que los supuestos niños son adultos miniaturizados,
son tratados con sorna y su sexualidad es explícita. Este dibujo nos presenta el tema del sexo en la Cátedra,
actividad que va del abuso de menores en la escuela elemental hasta el casi sexo libre que practican hoy
docentes, auxiliares docentes y alumnos superiores. El mobiliario está compuesto por la Cátedra
y los bancos para los alumnos; aparece una hermosa mujer detrás de una ventana con rejas
y el burro ocupa el lugar del caballo en el establo, mientras lee una partitura musical.
Es notable que nadie haya reparado en esta Fellatio catedrática o acaso tal vez, nadie juzgó
conveniente hacer la marcación que hoy hace el Pequeño Profesor Alfredo Benavidez Bedoya.
Besitos a Todos
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