sábado, 26 de marzo de 2016
domingo, 20 de marzo de 2016
La Muerte de la Pintura.
La Muerte de la Pintura.
Teoría del campo
expandido.
Desde fines de la década de
1960 se habla de “la muerte de la pintura”, desde sesudos textos posmodernistas
hasta declaraciones de artistas como Luis Felipe Noé, quien a pesar de todo
sique pintando a sus ochenta y tantos años de edad. Esta muerte se refiere a un
eclipse disciplinar ante la vertiginosa huída hacia delante de las vanguardias
y las post vanguardias, quienes ponen en duda permanente a todos los lenguajes,
no solamente los de las artes visuales. Ante la superación de las vanguardias,
lo que las sustituye, algo innominado y ecléctico, aparentemente anula la
eficacia de la pintura plana e inmóvil. La nombra ya muerta, la saca del
escenario.
No se trata sólo de la
Pintura, la Muerte alcanza a los oficios que construyeron en muchos siglos
disciplinas, como la escultura, el dibujo, el grabado, la cerámica; o sea
sistemas de reglas y saberes para la práctica profesional. La cual nunca dejó
cerradas las puertas de la creación de nuevas reglas y estilos, sean técnicas o
sistemas de representación, puesto que si no hubiera sido así, no habría
existido la Historia del Arte. La cual hay muchos que dicen que no existe en
realidad, hablando hasta de épocas post históricas. Como se puede notar, al
morir la Pintura y estar en duda la existencia de la Historia del Arte, poco
daño podemos hacer si agregamos una nueva teoría disparatada al inmenso rebaño
que la crítica arrea vaya saber uno hacia adonde.
Cuando hablo de una Teoría
del campo expandido, hablo de lo que todo el mundo sabe y dice sobre el arte,
que todo es arte y que todos somos artistas. Los mismos alumnos no aceptan
consejos al ser ellos artistas desde el Jardín de infantes, donde dibujaban en
libertad y todo se exponía como un logro. Esta alusión al Jardín de Infantes o
Kindergarden, hoy ya universalizado no es casual. Según el extraordinario libro
de Arthur D. Efland: Una historia de la educación del Arte. Tendencias
intelectuales y sociales en la enseñanza de las artes Visuales (Paidós
Educación), los jardines maternales y la currícula basada en las artes visuales
y la música con gran libertad de expresión y a edad temprana, son la entrada
fundacional del arte en todas las personas que han cursado esta institución
basal: el Jardín de Infantes. Todos queremos volver a esos lugares de
protección y socialización en armonía. Obviamente dejando de lado los abusos y
maltratos. El método Pestalozzi- Parker, planteado en el siglo XIX, se
universalizó en el siglo XX, como una forma de acceder a la educación de los
niños a través de las artes y las manualidades.
Por ese trasfondo primerizo,
muchos quieren volver a ejercer de artistas, quieren volver a ser libres y
dueños del mundo. Algunos asemejan su obra madura con esa primariedad grata de
los infantes e incluso se transforman en un éxito de ventas, como el caso del
pintor chaqueño Milo Lockett. Primereado por Paul Klee y el Arte Brut, a los
cuales, incluido el chaqueño, hay que reconocerles que supieron darse cuenta de
que representando plásticamente aquél recuerdo artístico grato del jardín
maternal, podían conectarse fácil pero profundamente con muchísimas personas.
Lo que hace Lockett es ilustrar rememorando el lugar de partida añorado de por
vida: la niñez.
La enorme cantidad de gente
que quiere dedicarse al “Arte”, las masas de alumnos de por vida, la necesidad de
profesores públicos y privados, las colecciones, las instituciones y el mercado
de arte, deben su fortaleza a que casi todo Occidente es desde edad temprana
educado en el arte, puesto que son estos los lenguajes (el visual y el
auditivo) los que mejor entiende el infante y a través de los cuales descubre
el mundo, se socializa y se auto afirma al expresarse. Es por eso que también
el arte es buena terapia, cura porque remite a un momento de prospectiva en
libertad y sin consecuencias peligrosas. Remite a una socialización blanda.
El Arte será en el futuro
completamente estratégico al trastocarse las relaciones de producción de
bienes. La robótica, ya sea electrónica o mecánica, macro, micro o nano, ya
domina la producción mundial y cuando se generalice el bien más escaso será el
trabajo. Los empleos serán para los técnicos celadores de los robots, los
robots construirán robots y esa expansión determinará los productos y los
precios de los mismos. La explotación intensiva de los hombres dará lugar al
ocio, a un ocio no como el soñado por todos y por los antiguos en tanto “ocio
creativo”. Será una situación nueva con un acceso muy limitado a los bienes
materiales, con asignaciones y subsidios permanentes pero limitados, muy
limitados. La vida sin grandes perspectivas de cambio y el aumento del ocio,
potenciarán el deseo y será el Arte el que lo satisfaga.
El Arte obviamente no tendrá
el aspecto disciplinario de hoy en día, al multiplicarse el público en forma
exponencial, las estructuras de fascinación van a ser cada vez más complejas y
con distintas estrategias de seducción, según los diferentes grados de
educación artística de los usuarios. Usuarios que no creo que se contenten con
ser observadores pasivos, de alguna forma la pulsión a volver a ser creadores
deberá ser satisfecha.
La intervención de los
distintos medios manuales y electrónicos diversificará los productos
artísticos, sin necesidad de que los tradicionales sean reemplazados, puesto
que el público será creciente y diverso al mismo tiempo. La hibridez será la
norma. Al incluir cada vez más técnicos y técnicas, los productos artísticos
tendrán varios autores trabajando con un director, como hoy ocurre en el cine.
Pero eso no eclipsará al artista solitario. El híbrido, como resultado de
diversos autores es difícil para construir estilo.
El espectáculo, la música, el
deporte, el cine y sus derivados, la producción simbólica en la nube, la
literatura, el antiguo teatro y el nuevo y simultáneo en la nube otra vez, las
artes tradicionales y los otros géneros que se vayan creando, articularán con
grados de comprensión y disfrute pertinentes, al arte futuro. Que llevará
placer, diversión y reflexión, remedio a la angustia y comprensión al intelecto
de esa enorme multitud globalizada. Será el Arte o la Religión o los dos juntos
como tantas veces estuvieron, los que colmarán de satisfacción el Deseo
acumulado y multiplicado por el ocio estéril.
El pasado fue lugar modélico
o totémico, si quieren, hasta la época napoleónica. Los “antiguos”,
continuamente interpretados, malversados y versionados, fueron el tótem donde
ir sumando deidades, ideas poéticas, enigmas, bellezas, miedos primordiales y
placeres siempre deseados. El pasado fue modélico o totémico para el
Renacimiento, el Manierismo, el Barroco, el Rococó y el neo Clasicismo. También
lo fue para el Romanticismo, seducido por la Edad Media y el pasado también fue
modélico, en este caso bien totémico, para la vanguardia que montó su aparato
formal con el arte de los pueblos primitivos o primitivos actuales, hoy y en
nuestro caso, llamados “originarios”.
La vanguardia siempre tuvo un
imperativo “cancelatorio” con respecto a las otras vanguardias precedentes y
también condenatorio hacia todo el pasado académico. Todo estaba ya escrito en
el futuro y solamente había que anticiparse y leer el texto a la multitud, para
momificarse en la memoria colectiva como aquél que adivinaba el rumbo o el
mejor rumbo. Dado que, como todos sabemos, rumbos hay más de uno y las
vanguardias precedentes no se cancelan, sino que se amontonan en los estantes
de la Historia del Arte Moderno, que vaya uno saber qué significa hoy en día.
Cuando alguien quiere
anticiparse a su tiempo se está anticipando a su muerte, se está encontrando
con ella, ese fue el destino de la vanguardia. Hacia adelante está la muerte
seguro, lo demás habrá que verlo para creerlo, como dice el incrédulo dicho. La
Historia, que tanto rechazo tiene entre los jóvenes porque dicen que es cosa de
muertos, es en cambio cosa de vivos, son las cosas que hicieron los muertos
pero cuando estaban vivos.
Los componentes macabros,
despojados, caprichosos, nihilistas y las dudas angustiantes que rodean al arte
contemporáneo, son los síntomas de un diálogo con la nada, que es aquello que
aún no es. Con el futuro, con la muerte. Un monólogo en realidad que plantea
siempre situaciones al borde de algo innombrable: la Muerte, como materia prima
del Arte. La Muerte como verdadero rumbo, cosa que a la larga es verdad, pero
en el mientras tanto, que es la existencia o sea la vida, Carpe Diem. Vivir el
día con ánimo celebratorio, porque si Dios existe debemos honrar su creación y
si Dios no existe, debemos vivir con intensidad sin muerte los días y las
noches que nos tocaron.
Sugiero que los pintores le
hagan la prueba de muerte a la pintura, que pinten una obra que sea una obra de
arte, con ese solo gesto se la podrá declarar viva otra vez. Que pinten una
obra que abra una ventana al disfrute, una obra que formule un teorema
simbólico, que represente “lo otro” visitado o que no lo represente y con esa
negación evoque lo deseado. Una obra que por su singularidad e intensidad,
simplemente nos fascine al punto de notar que la pintura está más viva que
nunca, aunque tantos quieran matarla todos los días.
El Arte Post Conceptual tiene
algo de lúgubre, tiene buenas ideas, algunas poéticas y razón adornada por
erudición. Tiene mucha reflexión aunque algo fúnebre, pero siempre después de
convencer, nos deja navegando en lo mórbido, lo tétrico, fláccido y lúgubre, Y
además siempre adivinamos un fondo trágico. El Arte Post Conceptual no sé si
será el Norte salvador, pero sepan que tiene un espíritu muy esdrújulo. Y es
este carácter tan esdrújulo el que me obliga a dedicarle un poema al Arte Post
Conceptual, el cual luego de su factura será difundido por este mismo medio.
Grabado y texto: Alfredo
Benavidez Bedoya.
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