lunes, 28 de octubre de 2013

Reflexiones en torno al Monumento, a su necesidad y a su pertinencia.


Micro Monumento al NN sobre una baldosa de terraza.
Homenaje al N.N. El Embolsado.
Micro Modelado con pasta cerámica negra.
Medidas de base de la baldosa para terraza: 30 cm x 30 cm.
Reflexiones en torno al Monumento, a su necesidad y a su pertinencia.
En todo el mundo el monumento de homenaje o monumento ritual o de culto tiene muchas aristas estéticas y culturales y es una cantera muy significativa para la reflexión. El rito y su sitio son cada vez más particulares y de existencia a veces efímera. El culto del rock nacional ha producido un bronce a tamaño natural en una vereda de Mar del Plata retratando a Charly y Nito Mestre saliendo de su primera presentación. El lugar es importante, en este caso un lugar épico desde fueron ambos saltaron a la fama. Hay hoy mucho tamaño natural en el espacio público, de bronce valioso para robar y cartapesta para dañar. El monumento público puede pasar a ser monumento privado en cualquier momento. El héroe público no concita consensos hoy en día, cada uno homenajea devotamente a quién quiere pero lo debe hacer en privado. La camiseta con el Che Guevara fue el lugar privado de homenaje que portaron sus fieles hasta que le hicieron un sitio de homenaje, un monumento al Che en Rosario. El Monumento puede ser abstracto y muy elocuente, como el obelisco invertido y roto que terminó homenajeando al asesinado líder negro Martin Luther King. Obra de Barnett Newman. Una obra intensa, abstracta pero elocuente y de fácil explicación. El que sea representativo no es malo si está bien hecho, se realizan monumentos realistas para trasmitir literalmente un mensaje a gente que necesita mucha información para el culto. El devoto ilustrado puede prescindir de obviedades. El ámbito público sigue pidiendo lugares de homenaje y nadie tiene idea de cómo resolver los problemas estilísticos y conceptuales que nos dejó la vanguardia. Las veredas de Buenos Aires están llenas de placas rústicas indicando el lugar donde fueron vistos con vida por última vez algunos de los desaparecidos. En la época de los romanos, los dioses familiares, los lares, tenían un lugar de devoción en la casa familiar. También en el ámbito privado y en la Edad Media, los pequeños retablos se abrían diariamente para la oración, en las casas que podían pagar un pintor. El macro monumento público exige consenso y es una gran inversión económica, el micro monumento no, tiene total libertad dado que se lo dedica a la devoción íntima y privada y bajo costo. Por eso me parece pertinente elaborar micro monumentos para emplazarse sobre baldosas de cerámica para terrazas de 30 cm x 30 cm. para el ámbito privado, que llegado el caso y ganado el consenso se agiganten para ocupar el espacio público. Todo puede esperarse en este mundo disparatado. En estos momentos, los monumentos en Argentina están teniendo un gran protagonismo por el nacionalismo indigenista que repudia a Roca y a la civilización genocida en general. A Colón lo pusieron a dormir la siesta, eso es arte conceptual. A todos los monumentos a Roca los quieren tumbar, incluso al maravilloso que modeló el escultor uruguayo Zorrilla de San martín. Todo muy imbécil, porqué no le cambian el nombre al Monumento y listo. De Monumento a Julio A. Roca podría pasar a ser Monumento al Coronel Francisco Borges, abuelo del escritor, que combatió a los indios pero firmó un tratado de paz por lo menos. O pueden ponerle Namuncurá, cacique que fue nombrado Coronel de la Nación y listo. Y a la obra de arte la dejan tranquila, pedazo de imbéciles. El Monumento ecuestre tiene antecedentes desde la antigüedad, pero el monumento a Bartolomeo Colleoni del Verrochio fue modélico desde el Renacimiento en adelante, modelado por el florentino Andrea del Verrochio, maestro de Leonardo da Vinci y Boticcelli, fue erigido en Venecia a costo del mismo Bartolomeo, que dejó los fondos para que se hiciera. Se llamó a concurso y lo ganó el Verrochio mandando un boceto de cera. ¿Quién era Bartolomeo Colleoni?, un mercenario sanguinario y genocida que trabajó para distintos déspotas y fue el primero en usar la artillería en una batalla, porque hacer eso era considerado contrario a la moral, acción por la que fue tratado de bárbaro por la gente de su tiempo. Yo no he visto pacifistas pidiendo que tiren el monumento a Bartolomeo Colleoni. Retiro lo de “imbéciles” porque estas son serenas reflexiones y no corresponde llamarlos así, porque seguramente esos imbéciles no van a leer estas serenas reflexiones.
Propongo para los siguientes desarrollos:
Monumento al NN.
Monumento a J.L. Borges.
Monumento al Presidente Mugica.
Monumento a María Elena Walsh.

El Monumento al NN: hoy ya modelado sobre una baldosa de 30 cm x 30 cm en pasta negra y mediante proceso de molde a la forma perdida, estará listo como original dentro de poco y listo para hacer una edición limitada de diez micro monumentos mediante moldes de silicona, con el resultado idéntico al mostrado por la foto. De todos los monumentos propuestos éste, es el más explícito, duro, literal y directo. Estoy seguro de que debe ser así con el NN, porque justamente siempre se le negó su realidad de difunto, su identidad, se lo escondió, no se lo nombró, se lo dio por desaparecido, se lo enterró sin nombre por no saberlo sinceramente o con ánimo de volverlo desconocido. El monumento tiene que ver con la memoria y para ejercitarla hay que conocer el nombre. Es por eso que juzgo muy pertinente que la comunidad judía de Praga haya escrito los nombres de las víctimas del holocausto en las paredes de una sinagoga, idea luego retomada por los americanos al escribir el nombre de todos los caídos en el Monumento de la Guerra de Vietnam y en Argentina repetido con el Monumento que lleva los nombres de los muertos de la Guerra de Malvinas. El Monumento al NN se propone como Monumento al NN en forma universal, en homenaje a todos los muertos sin identidad por distintos motivos, en homenaje a los NN pasados y presentes, puesto que hacia el futuro con la tecnología de reconocimiento digital y genética ya nunca habrá más NN. Digo, tal vez. Bueno habrá que ver cuántos quieren un Micro Monumento para su casa, algo que seguramente no alegrará la casa, pero puede impulsar el culto a San La Muerte, de creciente devoción popular en nuestro país.
Próximo Monumento a realizar y argumentar: Monumento a J.L. Borges.
Reflexiones y modelado: Alfredo Benavidez Bedoya.
NN proviene del latín: NOMEN NESCIO “Desconozco el Nombre”, pero también en la
Alemania nazi había un Decreto NN de exterminio para quién era tipificado como NN.
En alemán NN significa: Nacht und Nebel, Night ang fog, Noche y niebla, NN.

El desconocer el nombre,
el no tener ningún nombre,
para un cualquiera que al nacer
lo primero a él dado es un nombre,
no poderle repetir el nombre
delante de su bolsa cuna,
cuna de los restos de alguien
sin nombre, ningún nombre.
Noche y niebla para el hombre sin nombre
Yo con nombre desconozco su nombre.
Y también yo desconozco su penumbra
al ser ya la noche
en la bolsa que lo acuna.
Desconozco el nombre
de la Noche
Desconozco el nombre
de la Niebla.
Alfredo Benavidez Bedoya.

sábado, 26 de octubre de 2013

Flor de Loto.


Flor de Loto
En la casa de mi hijo Emiliano, floreció una flor de loto y está por florecer otra. Flor sagrada ya en Egipto, se la considera que augura una nueva era, es vista como bálsamo y superación de las dificultades, un emergente auspicioso. A Emiliano se le ocurrió contarle los pétalos, y el número 25 resultante lo jugó a la quiniela de la lotería provincial. Ganó 2.000 pesos. Ayer. Flor de Loto. Flor de LOTO.
Alfredo Benavidez Bedoya.

martes, 22 de octubre de 2013

Grabado final. Homenaje al NN.


Homenaje al N.N.
Grabado en linóleo. Medidas: 53 cm x 27 cm.
NN proviene del latín: NOMEN NESCIO “Desconozco el Nombre”, pero también en la Alemania nazi había un Decreto NN de exterminio para quién era tipificado como NN. En alemán NN significa: Nacht und Nebel, Night ang fog, Noche y niebla, NN.

El desconocer el nombre,
el no tener ningún nombre,
para un cualquiera que al nacer
lo primero a él dado es un nombre,
no poderle repetir el nombre
delante de su bolsa cuna,
cuna de los restos de alguien
sin nombre, ningún nombre.
Noche y niebla para el hombre sin nombre
Yo con nombre desconozco su nombre.
Y también yo desconozco su penumbra
al ser ya la noche
en la bolsa que lo acuna.
Desconozco el nombre
de la Noche
Desconozco el nombre
de la Niebla.
Alfredo Benavidez Bedoya.

lunes, 21 de octubre de 2013

Desarrollo del grabado para el Homenaje al NN.


Dibujo, grabado, proyecto para “El embolsado”o Monumento al N.N. (Ningún Nombre) Homenaje al N.N.
Desarrollo del Grabado: ampliación del dibujo, calcos sucesivos corrigiendo el dibujo,en este caso han sido tres. Matriz tallada con las letras invertidas. La sombra del embolsado está lograda mediante gubia de velo.
NN proviene del latín: NOMEN NESCIO “Desconozco el Nombre”, pero también en la Alemania nazi había un Decreto NN de exterminio para quién era tipificado como NN.En alemán NN significa: Nacht und Nebel, Night ang fog, Noche y niebla, NN.

El desconocer el nombre,
el no tener ningún nombre
para un cualquiera que al nacer
lo primero a él dado es un nombre,
no poderle repetir el nombre
delante de su bolsa cuna,
cuna de los restos de alguien
sin nombre, ningún nombre.
Noche y niebla para el hombre sin nombre
Yo con nombre desconozco su nombre.
Y también yo desconozco su penumbra
al ser ya la noche
en la bolsa que lo acuna.
Desconozco el nombre
de la Noche
Desconozco el nombre
de la Niebla.
Alfredo Benavidez Bedoya.

martes, 15 de octubre de 2013

El Cristero y la Peste. El Embolsado. Monumento al N.N.


Monumento al N.N. “El embolsado”.
Dibujo con grafito sobre papel de acuarela.
N.N.: Ningún nombre.
Los crímenes de la Isla Martín García.
El Cristero y la Peste.
Primera Parte.

Oficina Central de Hidrografía.
Ministerio de Marina
Informe para el Director Teniente Coronel de Marina Clodomiro Aguerreberry
Funcionario informante:
Óptico Diplomado. Marcello Longobardi. Torrero de Faro.
Faro Martín García.
(El apellido Longobardi no es coincidencia, el padre y el abuelo del conductor de radio, Marcelo Longobardi fueron Torreros de Faro del Faro de la Isla Martin Garcia).
(Nota del compilador).

Me permito enviarle en forma indirecta y a través de un conocido en común, está relación de hechos y verdades para que pueda justipreciar los fatídicos hechos desencadenados por la llegada del Buque inglés “Carmania”, nave dedicada al transporte transatlántico de inmigrantes europeos, que ocupaban la segunda clase y la tercera, mientras en la primera viajaban los ricos criollos de clase alta, autoridades, comerciantes o políticos de Argentina, Uruguay y Chile. En este navío se había declarado la fiebre amarilla en una cepa muy virulenta, como Usted sabe.
Esta nota tiene por intención contradecir la investigación que la Marina lleva adelante y que, según creo, quiere llegar a conclusiones que pongan a la Jefatura actual, lejos de los horrorosos hechos acontecidos. Dependiendo del mismo Ministerio de Defensa, conviene que la Oficina de Hidrografía tenga información directa de su representante en esta Isla de martín García.
El buque en cuestión, había sido expulsado de distintos puertos de América del Sur, en contra de todas las costumbres del mar, y sabiendo de nuestro Lazareto insular, que luego de años de estar trabajando en forma precaria, contaba ahora con instalaciones recién inauguradas. Y también sabiendo de la excelencia del cuerpo médico, formados por investigadores, el Capitán del “Carmania”, antes de morir de la peste, decidió hacer rumbo a Martín García y su segundo oficial cumplió la orden del finado. Hubo otros muertos entre la oficialidad y los cuadros intermedios.
Gracias al telégrafo la llegada del “Carmania” se esperaba en Buenos Aires, el Sr. Director Nacional de Salud pública, decidió que, ante el agente patógeno de la peor variedad de la fiebre amarilla que se presenta con la virulencia del vómito negro, y que es llamada así, porque los enfermos vomitan los fluidos intestinales, mezclados con hemorragias de sangre que vuelven negro al vómito, decidió entonces, el Señor Director que, se debía practicar el aislamiento absoluto en lugares custodiados, de los pasajeros y tripulación apestados, para impedir el contagio con las tripulaciones de otros dos buques, que estaban en estado de aislamiento cuarentenario en la misma isla, en los pabellones más modernos.
Ante la directiva de salud pública, la Jefatura Naval de la Isla que detentaba el dominio militar desde 1886, se propuso con sus cuadros militares para establecer perímetros de exclusión con fusileros navales cargando munición de guerra y bayoneta calada, se enviaron reos del presidio para acondicionar el viejo pabellón donde antes vivían los indios, con los cuales la Marina no quiso tener nada que ver y los últimos indios del sur fueron enviados al norte, a Misiones, que en ese entonces no era aún provincia sino Territorio Nacional.
Dicho pabellón está cerca de Punta Cañón y se comenzó a construir por indicación de los indios en ese lugar, después se supo que desde allí, desde Punta Cañón, se escapó el Cacique Pincén y también allí terminaron los crímenes que los pobladores atribuyen al Cristero, una entidad muy curiosa que ha vuelto a aparecer, aunque siempre lo hace con mucha conveniencia.
Gracias a Dios, el poeta Rubén Darío, borracho lujurioso y periodista de “La Nación”, ya no estaba escribiendo sus “Cartas del Lazareto”. Las familias principales del país, el Gobierno y la Iglesia pidieron recato. (Todos estos acontecimientos los estoy volcando en mi pasión secreta por Usted conocida: el folletín satírico; en el caso del bardo beodo que acabo de nombrar, el folletín se llama: “Desventuras de un hipocampo de Nicaragua en la Isla Martín García”. Tengo otros cuatro folletines. Puede pedirme copia si le place).
En mi carácter de Torrero de Faro y disponiendo de artefactos ópticos de gran precisión de uso naval y militar, tuve una intervención directa sobre el principio de todo el episodio. Cuando se lo tuvo a la vista al buque, desde el puente de señales de la torre del Faro, se trasmitió mediante telégrafo de banderas el pedido de precisiones sobre la situación de la epidemia, un banderillero repetía los mensajes en un mangrullo levantado cerca de la costa y las contestaciones del “Carmania” las veíamos con el telémetro.
Lo peor que se esperaba fue poco comparado con lo que se encontró. La peste seguía matando gente, que desde el buque lanzaban al mar a razón de dos por día. Sabíamos que se había iniciado en la isla de Trinidad y estaba concentrada la peste en la cabina superior, donde viajaba la primera clase que era la única a la que se le permitió desembarcar para pasear, siendo varios pasajeros picados por mosquitos portadores de la peste. Al presentarse el primer caso, la marinería exigió que se sellaran las compuertas estancas entre las cubiertas de la segunda y tercera clase. Y que la oficialidad se quedara con la primera clase conduciendo el vapor. Como las cocinas estaban en la tercera cubierta, pero existía un ascensor pequeño mecánico, a los apestados se los alimentaba, cuidando la esterilización de las ollas y fuentes luego de cada comida.

La época era la más peligrosa para sufrir esta peste, pleno verano, calores tropicales, el delta del Paraná produciendo mosquitos, el río con una bajante, lo que transformaba todo en un pantano maloliente. Gracias a un médico cubano ya se sabía que eran los mosquitos, que tenían la peste y picaban a los hombres, los que la trasmitían. Pero podían también, tal vez, trasmitirla nuestros mosquitos, esa era la pregunta que se hacía el cuerpo médico.

Se le ordenó al Buque “Carmania” fondear cerca de Punta Cañón, y continuar las conversaciones entre embarcaciones. Se acercó una falúa con el Director del Lazareto protegido por fusileros. La situación era muy tensa dado que gritaban desde las tres cubiertas, todos querían bajar ya, los de segunda y tercera clase no presentaban, según ellos, ningún enfermo. Para descomprimir la situación, porque además los pasajeros que viajaban eran todos inmigrantes y se expresaban en una Babel de lenguas, el Director ordenó cerrar un perímetro en un descampado, y que desembarcaran los que estaban en la segunda y en la tercera cubierta, sin contacto con el personal de la isla y usando sus propias embarcaciones.

La primera clase se debía quedar abordo y en la cubierta que le correspondía, mientras se confirmaba que ninguno de los 432 pasajeros de segunda y tercera clase estaba enfermo. Ya en el descampado, siempre evitando el contacto cercano, se les proveyó de tiendas de campaña de lona encerada y de un vivac para cocinar el propio alimento, los insumos, comida y otros menesteres se le acercaban en carretillas a mitad de camino para evitar el contagio. Debían quedarse una semana en esas condiciones porque es lo que tardan los síntomas en aparecer. Los mismos pasajeros armaron el campamento, el cual fue rodeado de centinelas navales. Siendo gente inmigrante hacia destinos desconocidos, huyendo del hambre, las miserias o la guerra y habiendo familias enteras, tuvieron una conducta correcta y colaboradora. No hubo en ese tiempo nadie enfermo, se obligó a bañarse en el río a todo el grupo, se lavaron las prendas de todos y fueron revisados completamente por el equipo médico. Certificada la buena salud de los 432 pasajeros de Segunda y Tercera clase, fueron alojados en los pabellones normales y sus pertenencias desembarcadas y entregadas a sus dueños. Debieron esperar a que se cumplieran los cuarenta días de internación y luego fueron todos despachados de a poco en el pequeño vapor que une tres veces por semana la isla con la ciudad capital.

Los grandes problemas comenzaron con la primera clase aún a bordo del Carmania, eran 84 personas, algunas familias con niños y criados, familias de la clase alta pertenecientes a los Díaz de Vivar, a los Álzaga y otras más. Había diplomáticos extranjeros, dos franceses que venían a ocupar cargos en el Río de la Plata, muchos ingleses con sus familias, brasileños comerciantes y muchos más, todos poderosos, ricos y acostumbrados a la gran vida.
El pasaje era insoportable, se sentían aterrados por la muerte cercana, había familias que habían visto morir hijos pequeños. Había mujeres jóvenes de viaje de bodas que ya eran viudas. La situación rayaba con lo demencial, por el aislamiento, el calor insoportable y los días de navegación errática los pasajeros estaban de un humor muy violento.
Todos ellos exigieron a los gritos la presencia de personajes muy importantes, funcionarios o agentes diplomáticos, y para terror del Director del Lazareto, del Director del Presidio y del Jefe Naval, casi todos vinieron y lo hicieron con sus propios médicos. Después de todos los gritos, las amenazas, los abusos de poder y los insultos. Cuando se pudieron callar, el Médico en Jefe del Lazareto les dio las siguientes precisiones, que ya las tenía escritas y que aclaró que cumplían con los protocolos de internación y aislamiento para epidemias internacionales:

No se dejara, bajo ningún pretexto, mantener contacto directo con los apestados, pero todo familiar o amigo que se quisiera incorporar a su infortunio lo podrá hacer, pero quedará en aislamiento también.
Sea un particular, un ciudadano extranjero, un gobierno con funcionarios o ciudadanos apestados, todos pueden retirar a sus enfermos y familias con buques propios o rentados y atender a sus enfermos; en una rada donde las eventuales naves estarán fondeadas y vigiladas por dos cañoneras, hasta que después de la última víctima mortal y pasados cuarenta días no se conozcan síntomas en ninguno de los sobrevivientes. El personal que se haga cargo de ellos deberá saber que la vida propia será puesta en juego.
Los profesionales médicos que se han presentado, algunas verdaderas eminencias, ya conocen el poder de esta epidemia, su mortalidad cruel y casi absoluta, tienen informes científicos directos, pues desde el primer día los apestados han sido medicados y atendidos. Bajan un bote de salvamento del “Carmania” con enfermos y desde una falúa, sin contacto directo, se los revisa y se los medica según los síntomas, aunque nunca se detiene la enfermedad.
Ya han muerto otras seis personas desde que llegaron y sus cadáveres fueron quemados en los hornos crematorios del Lazareto. No se permitirán enterramientos por cuestiones de índole religiosa, al primar las razones higiénicas.
La Compañía naviera dueña del “Carmania” exigía una solución dado que el vapor debía ser desinfectado y ya habían perdido casi toda la oficialidad y muchos tripulantes. De quedarse los pasajeros de Primera Clase del “Carmania” en el Lazareto y siendo los apestados agentes de plaga y muerte, todo intento de escapar será considerado homicidio potencial de terceros y el intento de fuga abortado a tiros si fuera necesario. Pero en realidad en el barco tampoco nadie se quería quedar.

Estas precisiones, pero sobretodo la opinión de los médicos y sanitaristas que trajeron las autoridades convencieron a todos, que había que proceder como se estaba haciendo. Al Pabellón de los indios se lo consideró todavía impropio para recibir a los pasajeros, y se decidió traer nuevamente a los presos para que siguieran limpiando, sobre todo las enormes cabriadas
de maderas duras, que los indios usaron para sostener las techumbres de tejas cocidas en la fábrica de ladrillos de la isla. Varios se comprometieron a enviar rápidamente mobiliario y se ofrecieron a darles todo lo que pidieran sus allegados. El Lazareto se equivocó en aceptar tanta generosidad, porque luego la cantidad y calidad de los caprichos de los apestados, puso a toda la isla celosa del despilfarro, y trajo descontrol y locura.

Una comisión de notables informó sobre esta situación a los pasajeros desde una falúa, había en esta comisión diplomáticos de Inglaterra, Francia y Prusia, un Ministro y pariente de varios apestados y el Obispo de Buenos Aires.
Se establecieron las siguientes consignas:
Todos los pasajeros desembarcarían dentro de una semana del Carmania, cuando estuviera listo el Pabellón que por su cercanía con el río tendría hasta agua corriente, drenaje y cloacas.
A cien metros se establecería un perímetro delimitado por una valla de cañas, tras la cual habría centinelas armados con orden de disparar si alguien salía del Pabellón.
A partir de morir el último enfermo y por cuarenta días, todos los sobrevivientes quedarían en situación de aislamiento, pudiendo sus familias enviarles todo lo que quisieran durante ese tiempo. Superada la última revisación se podrían reintegrar a la vida diaria, o seguir viaje, ya que varios seguían a Chile.
Desde la valla de cañas hasta la puerta principal del Pabellón se había instalado un pequeño vagón sobre rieles de la cantera, donde se corta el granito para el adoquinado de Buenos Aires. Dicho vagón mediante cuerdas, llevaría todo lo necesario o solicitado por los apestados para su existencia diaria. Desde la pequeña puerta trasera deberían sacarse los cadáveres, si acaso se siguieran produciendo, en unas bolsas de arpilleras a tal efecto. Estas bolsas serían dejadas a mitad de camino de la zona de exclusión, y mediante cuerdas arrastradas para su cremación inmediata. Los retretes eran nuevos y operaban mediante cloacas por razones higiénicas y de seguridad. A nadie le gustó la situación pero siendo sus propios familiares, amigos o compatriotas no tuvieron más remedio que aceptar.
Fin de la Primera Parte.
Dibujo, proyecto para El Embolsado o Monumento al N.N. (Ningún Nombre) y texto: Alfredo Benavidez Bedoya.

lunes, 7 de octubre de 2013

Los quevedos de Visión Poética.


“Los quevedos de Visión Poética”
Como el inefable Anteojitos, héroe infantil de dulces ojos de gigante, o como el cartel del Oculista que nos mira desde lejos fijamente, hoy, la Industria Nacional visitada por la Imaginación del Pueblo, nos regala otro invento que potencia la vista ocular con un aparato óptico notable: los Quevedos de Visión Poética. Con ellos podrá saber, nuestro afortunado cliente, donde se esconden esas putas de las ninfas. También podrá atrapar a las Musas, cuando rara vez se acercan de noche para soplarnos una
obra de arte, y ya atrapadas y atadas al pie de la cama, servirse de ellas para todo propósito. Todo eso en el arte de amar, pero en el ejercicio de la disciplina literaria, nuestro cliente con sus Quevedos de Visión Poética, verá su destreza potenciarse al punto de cazar todas las rimas esquivas y mantener la exacta métrica de los versos, aunque se encuentre completamente borracho. Al ser reproducidos mediante molde, puede hacerse un tiraje de Quevedos de Visión Poética en cerámica y otro en chocolate, para estar a tono con eso de comerse la obra de arte, estético menú que pregona, la simpática psicópata de Martha Minujin.

A partir de una de las tres copias anónimas del original de mano de Velázquez. Modelado en arcilla negra como original para una pieza cerámica seriada, modelado con resolución de altorrelieve y con salida de fuga, para
reproducción mediante molde.Autor del modelado y del verso: Alfredo benavidez Bedoya.
Los quevedos de Quevedo
¡Quevedo¡
¡Qué bien veo
con tus ojos
de claro poeta¡
¡Quevedo¡
Deja tus ojos
en los anteojos.
Para poder ver
lo mismo que Vos.
Que con tales anteojos,
y al decir de tus versos,
tanto, es lo que ves.
¡Quevedo¡
Qué bien veo
con tus ojos
de claro poeta.
Verso: A. Benavidez Bedoya

sábado, 5 de octubre de 2013

Homenaje a Vicente. Alberto Durero por BB.


“Manos orando”
(¿unidas para rezar o implorar perdón?)
Dibujo a pincel
Papel azul.
Tinta negra y blanca.
Alberto Durero.

“Manos a la edad de Vicente”
Altorrelieve modelado en pasta o arcilla negra.
Autor: Alfredo Benavidez Bedoya
A partir de Alberto Durero.

Homenaje a Vicente Ferrer.
Benavidez Bedoya a partir de Alberto Durero.

Debo a mi tío abuelo el Capitán de Fragata Vicente Ferrer el haberme podido dedicar al arte. Vicente era un oficial de Marina distinguido, amigo de la familia Borges, de los padres y tíos del escritor. Luchó contra los alemanes en la primera guerra mundial en la Armada norteamericana, como comandante de un submarino. Los militares fascistas del año 30 le arruinaron la carrera, por ser cuñado de los Benavidez, los que por ser radicales yrigoyenistas terminaron presos en el penal del fin del mundo durante un año y medio. Como el caso del Teniente de Corbeta Francisco Borges exilado en Uruguay. Vicente era muy mujeriego, culto, vivió varios años en Europa y EEUU, hablaba cinco idiomas muy bien. Cuando lo conocí en serio tenía la edad que tengo ahora (62), pero seguía con amantes, tenía una italiana en Mar del Plata con la que se casó para dejarle la pensión naval. En Mar del Plata sí, porque Vicente se pasaba el año yendo y viniendo, al estar enviciado con el Casino, lugar donde se fue gran parte, de lo poco que quedaba de fortuna en la familia. Así y todo, a Vicente le debo el estar aún en el mundo del arte. Ocurre que cuando me decidí a dejar la carrera de Derecho en la UCA en tercer año y dedicarme a la escultura, luego de haberme negado a seguir la carrera familiar: la Marina de Guerra y, luego de que en el Liceo Naval, en el último año y en un Consejo de Disciplina, me degradaran de Guardiamarina de la Reserva Naval a Suboficial Segundo de Mar. Tampoco les faltaba razón, pues yo como cadete naval era un desastre. Luego de todo eso, mi padre entró en cólera y me echó de casa. Cosa bastante lógica si tomamos en cuenta el programa de vida tan diverso que yo deseaba. Vicente en cambio reaccionó bien y se ofreció a pagarme el mejor Maestro de escultura del momento que resultó ser Antonio Pujía. Con el cual estudié tres años, terminando como Ayudante tallador, en la talla de mármol de Carrara para retratos de Intendentes capitalinos, talla supervisada por el Maestro Ramón Castejón. Pujía era buen maestro y cobraba caro y cuando cerró su taller me hizo prometerle que cursaría la Escuela de Bellas Artes. Y aquí estoy, contando tonterías.¿Y esto que tiene que ver con Durero y sus manos en actitud de plegaria?. Resulta que el querido Vicente me reprochaba que hubiera elegido al fin el grabado y no la escultura y también siempre me hablaba de esas manos de Durero, que según otras versiones serían las manos del hermano, que trabajó el doble para reemplazar a Alberto, que era más dotado y que merecía estudiar. Y que eran parecidas a sus manos, a las de Vicente y a mis manos de sesenta y dos años. Otros dicen que eran manos para un santo que estaba pintando Durero, en ese caso serían manos de pecadores representando manos de inmaculados santos devotos. Pero bueno, se me ocurrió hacerle un homenaje al tío Vicente modelando las manos
de Durero, en un formato de altorrelieve, interpretando libremente las del Maestro y usando como modelo también mis propias manos de viejo pecador. Todos pecadores, de manos viejas en rezo y con necesidad de que alguien los perdone.
Autor de la reseña y del modelado: A. Benavidez Bedoya

miércoles, 2 de octubre de 2013

Otros quevedos para Quevedo.


“Los quevedos de Quevedo” Estudio de forma y valor. A partir de una de las tres copias anónimas del original de mano de Velázquez.
Dibujo sobre papel Canson Fontenay de 300 gramos.
Boceto para una cerámica en arcilla negra, con resolución de alto rrelieve y modelado con salida de fuga, para reproducción mediante molde.
Los quevedos de Quevedo.
¡Quevedo¡
¡Qué bien veo
con tus ojos
de claro poeta¡
¡Quevedo¡
Deja tus ojos
en los anteojos.
Para poder ver
lo mismo que Vos.
Que con tales anteojos,
y al decir de tus versos,
tanto, es lo que ves.
¡Quevedo¡
Qué bien veo
con tus ojos
de claro poeta.
Dibujo y verso: A. Benavidez Bedoya

martes, 1 de octubre de 2013

Los quevedos de Quevedo.


“Los famosos “quevedos” con los ojos del poeta homónimo,
muy atentos en busca de una rima esquiva”.
Los anteojos de Francisco de Quevedo. A partir de una de las tres copias anónimas del original de mano de Velázquez.
Dibujo sobre papel Schoeller Durex de 150 gramos. Tinta a la gomalaca blanca Sennellier. Tinta China a la Pagode Sennellier. Plumas Guillot. Boceto para una cerámica en arcilla negra,con resolución de altorrelieve y modeladocon salida de fuga, para reproducción mediante molde.
Los quevedos de Quevedo
¡Quevedo¡
¡Qué bien veo
con tus ojos
de claro poeta¡
¡Quevedo¡
Deja tus ojos
en los anteojos.
Para poder ver
lo mismo que Vos.
Que con tales anteojos,
al decir de tus versos,
tanto, es lo que ves.
¡Quevedo¡
Qué bien veo
con tus ojos
de claro poeta.
Dibujo y verso: A. Benavidez Bedoya