lunes, 13 de noviembre de 2017

La pos verdad es una pre mentira.


La pos verdad es una pre mentira.
Acostumbrados estamos a oír por TV y por todos lados que ya vivimos en los dominios de la pos verdad. Que ya la Verdad feneció como antes feneció la Pintura. Todo fenece, tanto la práctica de la Belleza como la práctica de la Verdad. Hoy todo lo bello debe ser señalado como tal por un curador, para ser apreciado. Hasta el adjetivo bello es puesto en duda al discriminar lo feo. Sean verdades o mentiras o sean bellas o feos, son prácticas que remiten a mundos binarios, realidades bipolares, antagónicas.
La pos verdad, en cambio, es simpática porque es variada y al no ser unívoca, casi sustituye con su natural multiplicidad a la propia mentira. No hay mentira al no haber verdad. Toda la realidad se diluye en una inmensa cantidad de medios tonos que tienen en ellos, se supone, algo de verdad con algo de mentira y de ese guiso estabilizado en sus contradicciones, nace la pos verdad.
La pos verdad ocupa el lugar de la mentira. O mejor dicho los infinitos lugares que ocupaba la mentira. Porque antes de morir, la Verdad única, podía generar muchas mentiras que la negaban de distintas y variadas formas. Una certeza ilumina millares de errores como una buena obra de arte pone en evidencia la mala praxis en otras. El mundo binario entre la Verdad y la Mentira es aparente porque si la Verdad es un punto, la mentira es un plano al que le falta un punto.
La pos verdad está en movimiento mientras la Verdad estaba fija hasta morir hace poco. Estaba fija y no había mentira que la moviera. Ahora la pos verdad patina suavemente, se desliza, hacia los costados, para atrás, o adelante, para donde quiera. Todo fluye, al todo nada lo fija, la Verdad y sus sobrinos, los Valores, se murieron hace poco por TV. Nada fija entonces la práctica del vivir ni a una ética ni a una estética.
Pero en su movimiento cremoso y delicado la pos verdad tiene sus inconvenientes discursivos porque lo que ahora es pos verdad antes era una pre mentira porque nada lo señalaba como cierto. Y la pos verdad en su deriva va además dejando una estela como el caracol, que son pos verdades fenecidas y derivadas en recuerdos falsos. La memoria puede atesorar tanto verdades, pos verdades, mentiras o pre mentiras, pero por efecto de la acumulación en algún momento hay que olvidar y en ése momento aparecerá otra vez el dilema: verdadero o falso, con qué nos quedamos.
Es evidente que los medios de comunicación, la digitalización, Internet, las redes sociales y otras prácticas modernas, están en la base de éste concepto de la pos verdad, el problema es que lo falso en la naturaleza no funciona, no es funcional a la deriva de la materia en el Tiempo. Puede funcionar en un mundo paralelo y creado por el hombre que reproduzca electrónicamente el Alma, la cual murió mucho antes que la Verdad y la Belleza. Pero en la naturaleza la pos verdad hace desastres.
En el Arte lo verdadero y lo falso son como hermanos siameses y pongo por ejemplo a una vulgar pintura representando un jarrón con flores. Es una imitación basada en engaños visuales que transforman lo plano en profundo y poblado de flores. Una mentira en suma. Pero seguro que si nos piden que pensemos en un jarrón con flores, el primero será una pintura. La buena pintura es más verdadera que aquello que representa. Una mentira que resulta verdad. La música, la danza, la escultura, la poesía y demás artes son lugares donde se atesoran soluciones a problemas aún no comprendidos como tales.
La pos verdad es una pre mentira porque una pre mentira necesita una Verdad para existir en potencia y llegar a ser mentira. Al no existir ya más la Verdad y la pos verdad ser variable se funde con la pre mentira que también lo es, por tener ambas en potencia el ser cualquier cosa menos la Verdad.
Alfredo Benavidez Bedoya.