jueves, 23 de diciembre de 2010

La araña Ñañá. Segunda entrega de la Charca.


La Charca.
Segunda entrega.
En medio de la azarosa, pantanosa y espantosa confusión, se hicieron presentes los cuatro Ratones Stones, Padre, Madre y casal de chavales machihembrados. Familia
nómade, ratones de cosecha, familia viajera peinando todo el mapa del territorio Nacional. De cosecha en cosecha, familia voraz comedora de los brotes de trigo, del poroto sojero, del diente de choclo, la flor de la marihuana, la uva chinche, la aceituna negra, la negra Manuela y de todo aquello que al hombre se le antoje plantar para su deleite, al degustar, tomar o fumar. Familia panadera comiendo el pan antes que lo sea. Familia drogadicta, toda ella adicta al hongo llamado
cornezuelo, hongo creador de alucinaciones y goces fantásticos, cornezuelo o ergot, hongo rojizo conocido desde el siglo VII a. c., según lo señala un texto asirio
como una “pústula nociva en la espiga del trigo”. Es por ese hongo que los molineros de la Edad Media tenían dos precios para la harina: uno para la harina blanca y otro para la “espoleada”, que portaba el hongo alucinatorio y que provocaba el “Fuego de
San Antonio”, o sea, la aparición del ergotismus convulsivus y o del ergotismus gangrenosus. Manifestaciones aparatosas que llevaban a pensar que el afectado estaba poseso y había que matarlo para salvar su alma. Y como las que preparaban el pan eran las mujeres, fueron ellas al comerse el cornezuelo, señaladas como el lugar a donde Mandinga le gustaba retozar, y no digamos que no tenía razón el
muy mandinga. Y fue así entonces que nació la Bruja. Pero los Ratones Stones despreciaban la Historia y sólo gozaban del cornezuelo y vivían alucinados, y fue
por eso que el batifondo de la charca no les llamó la atención; pero su fino olfato registró la presencia de BoraBoraVíBora comedora de pequeños mamíferos, y por eso se constituyeron en pirámide de observación, subiendo uno arriba del otro y respetando fecha de nacimiento. El Padre quedó entonces en planta baja, soportando arriba suyo a la Mamita Querida, que recibía a su vez al casalito machihembrado y la Mamita lo recibía con amor de infinita paciencia hacia su descendencia y donaba su peso a la planta baja del Pater. El SapoPanza bramó con forma de orador y argumento filosófico, y dijo que nadie conocía el lugar que le correspondía por derecho, que todo era un desorden mayúsculo y por eso era hora de aplicar el músculo. De un panzazo zurdazo mandó a BoraBora otra vez a la terraza de la Charca, un verdadero gol del SapoPanza, pero mientras él esto hacía el Hormigón Armado rodeaba a los Ratones Stones; ocurre que, al ver que los Stones se formaban en pirámide el
Hormigón Armado los encerró, constituyendo un anillo impenetrable. Los Ratones Stones creían que las hormigas que veían eran producto del Delirium Tremens que padecían por el cornezuelo y por ello a las hormigas las consideraron objeto
de orfebrería. Y entonces los cuatro Ratones Stones Piramizados con su collar de hormigas negras, decidieron que un buen baño en la Charca del Gran Barco Periodístico, era ahora necesario. Claro que no sabían que el PejerRey Vulcanizado,
evolucionaba sigiloso hacia el mismo Barco Noticiero y ya estaba a punto de atacarlo y crear más caos aún. Hay que reconocerle que el PejePejeRey supo usar un
arma secreta: los RRRRRRRenacuajos de cuajo. Se vinieron todos de golpe, ametrallando todo con puros argumentos metafísicos muy bien expresados en sonoros pedos de infante, todo fue un desastre. Todo al mismo tiempo fue un desastre.
Alfredo Benavidez Bedoya
(Continuará)(0jalá)

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