sábado, 1 de febrero de 2014

Las Memorias del Bon Marché.


Nota manuscrita por Vicente Ferrer en el copiador del Libro de Notas de las Galerías Pacífico.
Tinta a base de hierro sobre papel transparente de poco gramaje, parecido al llamado “Papel Biblia”.
“Don Ernesto de la Cárcova.
Muy distinguido Señor.
Con verdadero pesar me veo en la necesidad de incomodarle rogándole tenga la deferencia de arreglar su cuenta con esta administración por los alquileres devengados, del Departamento Nro.: 57 que Usted ocupa.
Ud. sabe señor que he llegado a superar las atribuciones de mi cargo, a la espera que su situación le permitiera solventar su deuda, pero como, el Directorio me ha amonestado atribuyendo a negligencia de mi parte la demora, cuando ella tiene por causa saber que un caballero como me complazco en reconocer a Usted no necesita de recordarle sus deberes, por eso no quería incomodarle con exigencias de mi parte.
Usted comprenderá mi situación, y estoy seguro que llegaremos a un arreglo, antes que cumpliendo con lo que se me ordena, adopte medidas que yo, más que nadie quiere evitar, porque lo estimo en lo que vale Usted. Dígnese contestarme lo que resuelva lo antes posible y crea que siempre soy su muy obediente servidor.
Vicente Ferrer.”
Mi bisabuelo. Vicente Ferrer Demaría. Administrador de las Galerías Bon Marché, Galerías Florida, Galerías del Ferrocarril de Buenos Aires al Pacífico o las Galerías Pacífico, como las quieran llamar, porque fueron bautizadas así a través de los años. Eran de capitales ingleses. Mi bisabuelo las administró por diez años, hasta que lo echaron culpa de los artistas como Don Ernesto de la Cárcova en 1909.
Es realmente notable que yo haya ejercido durante 12 años, el cargo de último Rector de la Escuela Superior de Bellas Artes de la Nación, que llevaba el nombre: “Ernesto de la Cárcova”, personalidad a la cual mi bisabuelo trataba, de muy buenas maneras, de cobrarle el alquiler que no le pagaba en reiteradas ocasiones.
Acabo de descubrir dos libros copiadores; en el caso de la nota presente, manuscrita la mitad del libro y la otra mecanografiada y en el otro libro mecanografiados los textos, pero todos los folios rubricados con la firma de mi bisabuelo. Un tomo tiene 489 notas, una por folio y el otro tiene 256 notas y creo que hay más en la casona familiar derruida donde todavía viven mis padres.
Estoy escaneando todo lo referido a los artistas, al Ateneo, que presidió mi tatarabuelo por el otro lado familiar, el poeta Carlos Guido y Spano, otro que no pagaba. O sea que mi tatarabuelo no le pagaba a mi bisabuelo y a éste tampoco le pagaba el que le daría el nombre a la Escuela de la que fui Rector doce años. Hay de todo, la verdadera historia de los primeros doce años del Museo Nacional de Bellas Artes, Schiaffino queda malparado, muy mal. Sívori, Ripamonte, Víctor de Pol, Parisi mal. Díaz Romero Secretario del Museo Nacional de Bellas Artes muy, pero muy mal. Estímulo primero y la Academia después, horrible. La verdadera historia, el verdadero apoyo del “Supremo Gobierno” al desarrollo de las artes en Argentina, actas rubricadas, detalles, notas internas, quejas, intervención de Ministros, robos de dinero, los distintos contratos que firmó el Museo Nacional de Bellas Artes, de todo. La verdadera historia de los albores culturales de la capital cultural de América del Sur. Todo documentado. Además está toda la historia de las Galerías “Bon Marché” no artística, su eterna construcción, problemas y problemas, curiosidades, prostitutas, huelgas violentas rompiendo sus vidrieras, quejas al Intendente Ricardo Guiraldes por la caótica instalación de los servicios públicos modernos como la electricidad, locales vacíos alquilados por un día para velorios. Hasta los documentos más dañados los he podido leer con modificaciones hechas con retoque digital.
Cada documento referido a las artes o sus instituciones será ofrecido gratuitamente a los investigadores y público en general a partir de Abril en un sitio de investigación que se está determinando en la UBA por necesitar un espacio importante, dado el peso digital de las imágenes de gran formato, formato necesario para descifrar lo que dicen los documentos en su posterior manipulación.
Lo lamento por los historiadores e historiadoras que a este célebre grupo de picarones picarescos tan simpáticos los hayan envararon como los Padres Próceres fundadores de las liminares instituciones artísticas de la Nación, sin fijarse en la profunda entretela, donde la referida Nación Argentina suele esconder los verdaderos procederes, sin los cuales es cierto, nada pasaría. Pícaros que pretendían sobrevivir, crear e imponer su hacer como importante para poder venderlo, enseñarlo y practicarlo. Había indicios para ello, estas memorias lo confirman. No por nada las mujeres cercanas a los hombres que crearon el Ateneo, organizaron la Sociedad de Proteccionismo intelectual, que se ocupaba de las penurias económicas de los artistas e intelectuales. A dicha Sociedad le pusieron primero: Sociedad de Hermanas de los Desgraciados, algo que a los artistas le pareció demasiado, no les hizo gracia que los llamen desgraciados. Un artista no puede no tener ninguna Gracia.
Eran Las tres gracias: Aglaya que simbolizaba la inteligencia y el talento, Eufrósine dueña del placer y la alegría y Talía, musa de la comedia y la poesía pastoril. Las gracias son tres, son deidades separadas en tres pero que confluyen en una, son tríadas, ternas inseparables. A las Gracias se las representa bailando entrelazadas, porque la danza era su actividad más habitual. Su presencia era propiciatoria para desembocar en un buen banquete.
Alfredo Benavidez Bedoya.
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