sábado, 21 de marzo de 2015

Señor Comisario.


“Señor Comisario”. Pequeño óleo sobre MDF. Medidas: 13 cm x 17 cm.
Sepa Usted, Señor Comisario,
que en los lejanos campos donde laboramos con mi familia
están ocurriendo variadas curiosidades muy sorprendentes.
Y que todas ellas merecen un severo tratamiento policial.

Sepa Usted, Señor Comisario,
que las lenguas cambian de sujeto dicente por las noches,
que se presentan esas lenguas fuera de lugar por la mañana,
Y que por esto, el gobierno de todo, lo pierde quién lo tuvo.

Sepa Usted, Señor Comisario,
Que mi viejo burro pía y pía como un ave canora enamorada.
Que mi gallo despierta a mi familia recitando odas en catalán.
Y que todos somos frugales y ni vino ni droga nunca tomamos.

Sepa Usted, Señor Comisario,
Que mi propia lengua derivó del español decente conocido,
A la impiadosa y ruda jeringoza de los bereberes camélidos.
Y que ahora mi adorada yegua me habla en dulce francés.

Sepa Usted, Señor Comisario,
Que el cura nos sermoneaba siempre en latín y nada entendíamos.
Pero es mucho peor oírlo a él celebrar la santa misa a los ladridos.
Y todavía peor, es oír consejos de mi perro en académicos latines.

Sepa Usted, Señor Comisario,
Que el matrimonio se me va en la lengua bielorrusa de mi mujer.
Que todo cambia y cuando hablo bielorruso ella lo hace en guaraní.
Y que ahora se le ha dado por los dulces lamentos de las ballenas.

Sepa Usted, Señor Comisario,
Que no hay traductor que nos aguante sin exigir salarios mayores.
Que nunca saben los pobres, desde donde hacia donde traducir.
Y que no importa , pues todos ya hablan una lengua pero oyen otra.

Sepa Usted, Señor Comisario,
Que el pez en la pecera muge, y que el ratón nos canta serenísimo.
Que las vacas hablan entre ellas solamente en lenguas bien muertas.
Y que la leche no se las puedo ordeñar porque les ladro sin quererlo.

Sepa Usted, Señor Comisario,
Que mi caballada formó un coro para cantar maitines medievales.
Que las ranas deslenguadas de la laguna croan en inglés británico.
Y que los pájaros desde arriba me gritan obscenidades en alemán.

Sepa Usted, Señor Comisario,
Que la útil fuerza pública debe poner a cada lengua en su lugar.
Que para eso las órdenes deben ser escritas por el oficial a cargo.
Y así se podrá proceder, aunque hablen todos una voz singular.

Sepa Usted, Señor Comisario,
Que deben cuidarse del que desordena todo de peculiar manera.
Que creo que él sabe como desordenar también a la fuerza pública.
Y que, si no quieren una Babel en el presidio, no le permitan su arte.

Sepa Usted, Señor Comisario,
Que a mi parecer las lenguas cambian porque alguien se beneficia.
Que es Mandinga el dueño de este caos y suyo el beneficio que trae.
Y que necesitará Usted mucho dominio y destreza para detenerlo.

Sepa Usted, Señor Comisario,
Que aquí sentado esperaré que Usted ordene a las lenguas rebeldes.
Que su Comisión deberá cumplirse, o su salario será dado al fisco.
Y que a su familia derivaré el desorden que no supo Ud. disciplinar.

Sin otro particular, lo saluda a Usted, atenta y respetuosamente,
desde el humilde lugar que le tocó ocupar en nuestro triste mundo:
El infrascripto.
Autor del pequeño óleo y del poema, cuyo nombre es la “La rebelión de las lenguas” y que ya fuera publicado en una revista: Alfredo Benavidez Bedoya.

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