martes, 12 de noviembre de 2013

Micro Monumento a María Elena Walsh.


Boceto preliminar para altorrelieve escultórico sobre baldosa de terraza.
Fuente documental: Fotografía de Sara Facio.
Reflexiones en torno al Monumento, a su necesidad y su pertinencia.
Micro Monumento a María Elena Walsh
1.000 baldosas de terraza.
María Elena Walsh, poetisa, por ser poeta de versos que se escriben con tiza en las paredes sabiendo que nadie los borrará. Por eso y mucho más un monumento a ella es pertinente, un micro monumento en una baldosa de terraza. ¿Y por qué de terraza? Porque ellas se pasan la vida mirando las estrellas desde la terraza y son las únicas que saben si algo anda por ahí volando de noche. Su imagen a partir de una hermosa fotografía de Sara Facio será modelada con la leyenda: “María Elena”. Mediante moldes de yeso esa nueva baldosa con su imagen será multiplicada por 1000 idénticas de la misma pasta cerámica roja.
En el monumento tradicional el sitio es fijo y se impone por su centralidad, ubicación simbólica o altura. Pero hay muchos que no son así. Hay monumentos móviles como las camisetas con la imagen del Che Guevara, las cruces cristianas colgando del cuello o las estatuillas prehistóricas como las Venus portables, que eran pequeñas al ser sus adoradores recolectores nómades.
Este Monumento se propone como un Monumento partido en 1000 pedazos, los cuales serían las baldosas con la imagen de María Elena. Todas las baldosas juntas son el Monumento y todas separadas también lo son. Como casi nadie vive que haya escuchado cantar a María Elena en vivo, podemos afirmar que el resto la conocimos a través de todo tipo de grabaciones en todo tipo de lugares, es por eso que el Monumento a María Elena podría ser nómade, estar en muchos lugares. Y lo más pertinente es que su imagen esté donde falta lo que ella daba: poesía, calidez, inteligencia, belleza, picardía y dulzura. Todo lo que daba era muy grato e inteligente para el mundo infantil.
Creo que la imagen de María Elena, sin ánimo de cargarla de fetichismo sanador, podría servirle al tejido social para señalar el sitio donde algún niño o varios de ellos sufrieron dolor físico o afectivo, o han sido maltratados, abusados o esclavizados. Y no solamente en los hospitales, en los orfanatos y en los hospicios, en todo aquel lugar que amerite una imagen de María Elena por carencia de amor hacia los niños o lo contrario. Las baldosas pueden señalar un lugar trágico donde ocurriera un hecho funesto u otros lugares donde la vida de los niños es placentera. Las baldosas serían incorporadas a las paredes o veredas de los lugares en cuestión y reemplazadas si fueran rotas o robadas. En un momento pensé que se diferenciaran colores de pasta cerámica para señalar lugares donde ocurrieron hechos tristes y otros donde la alegría de los niños está presente o se han hecho cosas buenas por ellos. Pero creo que es mejor señalar los lugares indistintamente para que las cosas malas no se vuelvan a repetir y que, en cambio, se repitan siempre las buenas cosas dirigidas a los niños.
Las baldosas de María Elena serían indicadores para las fuerzas administrativas y políticas de la comunidad para que, alrededor del lugar del hecho nefasto o cerca de esa plaza donde son felices los niños, se deban siempre reforzar la atención social y mejorar los servicios. Un verdadero mapa urbano del dolor infantil a reparar y de la alegría de los niños a destacar. Las baldosas de María Elena serían un imán para lo bueno y un viento furioso para lo malo. Las baldosas de María Elena se podrían fijar: en el medio de la villa miseria donde fue abusada una niña o en medio de la calle donde un auto mató a un niño. En el medio de la plaza arbolada o en la vereda donde estaciona el pochoclero su bicicleta vidriada. En las calesitas y en las hamacas. En las escuelas primarias y en los hospitales de niños. En la morgue donde también los niños están desnudos y helados. En los parques de diversiones y en los paseos, en los cajones de arena y en los peloteros. En la calle donde duermen y en el basurero que revuelven. En el orfanato habría que hacer una rayuela con las baldosas de María Elena. Donde salten, donde mueran, donde rían, donde estudien, donde lloren, donde canten, donde sufran, donde jueguen, donde sean felices o desgraciados. Donde jueguen fútbol o salten a la soga, o con patines, o lo que sea que los vuelva elásticos. Para determinar los lugares podría convocarse a las ONG, como “La alameda” que demuestran en el terreno que son capaces de dar como daba María Elena.
Todo esto si el Monumento se impone como monumento público, pero si el monumento queda en el ámbito privado, puede encargarse una baldosa numerada de 1 a 1.000 e instalar el micro monumento en un sitio privado. Les sugiero que pongan una baldosa en el fondo de la pileta, para que María Elena disfrute al ver los niños jugar en el agua desde abajo y para que les avise a los padres si alguno corre peligro de ahogarse.
Reflexión y dibujo: Alfredo Benavidez Bedoya.