jueves, 21 de agosto de 2014

La Historia de mi sandalia.


La Historia de mi sandalia.
Grabado en linóleo. Medidas: 25 cm x 60 cm.
Vista desde arriba, mi sandalia o chancleta, como le decían los negros coloniales a los zapatos que los amos desechaban y que ellos disfrutaban como nuevos, pero cortándole el talón para poder meter sus patonas. Mi sandalia entonces, en este casi también sin talón pero con mis dedos al desnudo, presentaba al principio un aspecto soltero, aventurero, libre y disponible. El pie del vagabundo. Con los años adoptó otro aspecto novedoso al formar una sandalia en común con otra, fue cuando decidió fijar su errar sin rumbo en un lugar determinado. Dado que la otra sandalia insistió en fijar para siempre lugar de residencia fijo. La chancleta en común fija y neutraliza todo posible escape y el vivir y gozar satisfecho, es el narcótico que ayuda a olvidar la libertad perdida.
El tercer paso es de carácter filial y leal con la especie, la sandalia de a cuatro ya es familia y eso dispara el mandato natural de proveer a los inocentes que dependen de uno.
Tiene forma de cruz, porque no creo conocer signo más estático que una cruz, signo que no expresa movimiento porque cerca anduvo la muerte. Y se trata en este caso de la muerte de la libertad, pérdida cedida por la pareja para la formación de otros hombres libres dispuestos también a perderla más adelante. También la cruz nos remite a la muerte del Hijo, es por tanto final y principio al mismo tiempo. La cruz buscada es la familia como el árbol que se fija y echa ramas. El camino recorrido y a recorrer debe tomar en cuenta las piedras del camino. Las piedras que se les metían a los soldados romanos al marchar por las vías del Imperio en las sandalias, eran llamadas escrúpulos. Los que tenían esas piedras dolorosas caminaban con más cuidado, porque tenían escrúpulos, es así como hay que caminar en la vida, con mucho cuidado y viendo cuánto y de qué forma se apoya el pie, para cada nuevo paso que se da para adelante.
Autor del grabado y del texto: Alfredo Benavidez Bedoya.

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