sábado, 5 de abril de 2014

Los ratones stones.


Bizcocho cerámico en arcilla chamote con pátina dorada y betún de judea, asemejando bronce recién colado. Medidas: 27 cm x 37 cm.
Los ratones stones. (Comienzo de la segunda entrega de la epopeya bonaerense titulada: La Charca)
En medio de toda esta pantanosa y delirante confusión, se hicieron presentes los cuatro Ratones Stones, Padre, Madre y casal de chavales machihembrados. Familia nómade, ratones de cosecha, familia viajera peinando todo el mapa del territorio Nacional. De cosecha en cosecha, familia voraz comedora de los brotes de trigo, familia panadera comiendo el pan antes que lo sea. Familia drogadicta, toda ella adicta al hongo llamado cornezuelo, hongo creador de alucinaciones y goces fantásticos, cornezuelo o ergot, hongo rojizo conocido desde el siglo VII a. c., según lo señala un texto asirio como una “pústula nociva en la espiga del trigo”. Es por ese hongo que los molineros de la Edad Media tenían dos precios para la harina: uno para la harina blanca y otro para la “espoleada”, que portaba el hongo alucinatorio y que provocaba el “Fuego de San Antonio”, o sea, la aparición del ergotismus convulsivus y del ergotismus gangrenosus.
Manifestaciones aparatosas que llevaban a pensar que el afectado estaba poseso y había que matarlo para salvar su alma. Y como las que preparaban el pan eran las mujeres, fueron ellas al comerse el cornezuelo, señaladas como el lugar a donde Mandinga le gustaba retozar, y no digamos que no tenía razón el mandinga. Y fue así entonces que nació la Bruja.
Pero los Ratones Stones despreciaban la Historia y sólo gozaban del cornezuelo y vivían alucinados, y fue por eso que el batifondo de la charca no les llamó la atención; pero su fino olfato registró la presencia de BoraBoraVíBora comedora de pequeños mamíferos, y por eso se constituyeron en pirámide de observación, subiendo uno arriba del otro y respetando fecha de nacimiento. El Padre quedó entonces en planta baja, soportando arriba suyo a la Mamita Querida, que recibía a su vez al casalito machihembrado y la Mamita lo recibía con amor de infinita paciencia hacia su descendencia y donaba su peso y el suyo propio, a la robusta y sacrificada planta baja del Pater.
Escultura y texto: Alfredo Benavidez Bedoya.
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